lunes, marzo 19

Más que nunca.

Dijeron que no eras más que un capricho y que no íbamos a lograrlo. Dijeron que no sabíamos querer, que no pegábamos ni con cola, que no serías capaz de hacerme sonreír. Dijeron que estábamos juntos por fastidiar y que no teníamos futuro. No querían confiar. Dijeron que lo nuestro era un capricho más, que se terminaría. Dijeron que no te quería y, ahí, no pude más. Porque te quiero con cada astilla de mis huesos, hasta reventar, como nunca he querido a nadie en este mundo. Es que eres tú. Y es de ti de quien vengo a hablar, de ti que cumples dieciocho años, que te haces un día más viejo y que no puedes dejar de hacerme sonreír. Porque ya todo el mundo sabe que eres rubio e iluminas mi camino, que tus ojos son la biomasa que cambia y mueve mi mundo. Todos saben que tu corazón hace que lata el mío y que tus sueños siempre serán mis sueños. Saben que mañana hará ya un año y cuatro meses que estamos juntos y saben que cada día es mejor que el anterior. Saben que irrumpiste en mi vida como el rayo de la tormenta. Fugaz, imparable, fuerte. Saben que pienso en ti a todas horas y que sólo besándote puedo definir la palabra cielo. Yo, por no escatimar en detalles, conozco cada celulita de tus labios y no me llegan ya los dedos de una mano para medir las horas que paso soñando contigo. No sé cómo agradecer que hace dieciocho añitos vinieras a mi mundo, unos meses antes que yo, para que jamás estuviera sola. Te he estado esperando, te esperé desde siempre. Sé que no tengo ni orden ni sentido pero es tanto lo que quiero decir y tan difícil expresarlo... Eres mi puta vida y no salgo de estas porque, en realidad, no hay nada que pueda decirte que tú no sepas ya.

Tic-tac. Era el ruido del reloj de un corazón que quería despertar de su siesta. Pero, ¿cómo iba  despertar? El corazón estaba tan deshilachado que, hasta el mínimo salto, lo haría volar en pedazos. Aguijonazos de un dolor árido como el desierto, seco como una Galicia en la que ha parado de llover. Tic-tac.
Era el sonido de una esperanza, el latido de un beso de noviembre, de un cielo que se despeja,
de una mirada que vuelve a brillar.
Tic-tac. Eran tus labios en los míos, como nunca antes.
Como siempre desde entonces.
Tic-tac. Eran tus manos recorriendo mi cuerpo, tu cuerpo recorriendo mis cosquillas.
Éramos tú y yo que empezábamos a nacer, que surgíamos de las cenizas
como el ya olvidado Ave Fénix.
Y mi cuerpo desnudo y tus yemas de miel, y mis labios con chocolate y tu sabor a café.
Y tus caricias eléctricas y mi esperanza brindando.
Medicina para el corazón.
Y tic-tac.
Y tic-toc.
La noche de nuestras vidas, la lluvia tras los cristales.
Las mantas empapadas de amor, las autopistas a medio recorrer, cobrando peaje, llegando al
orgasmo.
Y la primera de muchas -noches de amor- y la última de las lágrimas.
Y la vida que surge de entre los deshechos y que promete quedarse, y el corazón que borra sus propias cicatrices gracias a los saltos que pega la vida porque con un beso que dura lo que dura un
tic-toc, tic-tac;
tú y yo alcanzamos un "más que nunca"




Feliz cumpleaños pero, sobretodo, que cumplas muchos más a mi lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario