martes, agosto 21

Si no hubiera estado en la oscuridad nunca habría podido entender la fuerza que me da tu luz.

Alejandro:
Llevamos juntos un año y nueve meses, es decir, veintiún meses. Sí, 21. Ése número tan bonito que nos ha unido tanto, que nos entrelaza y no deja que nos separemos, que nos rompamos y que nos resquebrajemos. Tanto tiempo da para muchas cosas y nosotros, que hemos vivido tanto juntos, lo sabemos. Sin embargo, cuando yo pienso en ti no me centro en lo que ya hemos hecho, no me gusta vivir sólo de recuerdos, y, tampoco, en lo que nos queda por hacer; pienso en ti. Sí, en ti. Tú que has llenado cada día durante más de año y medio. Me conoces, me guías y me comprendes. Nos peleamos y nos reímos, nos abrazamos, nos besamos y lloro de terror cuando me vas a hacer cosquillas. Y te quiero y tú me quieres a mí, o algo así era, ¿no? La verdad, es extraña la manera que tengo de demostrarte lo que siento. Yo soy extraña y tú me quieres igual y éso, el mero hecho de seguir queriéndome, tiene para mí un valor incalculable: es como respirar.

Hace ya mucho tiempo me besaste en el portal y, desde ése día, no tengo ninguna duda acerca de una cosa en particular: soy feliz. Soy muy feliz y tú eres el motivo. Puede que no entiendas la magnitud de mi felicidad pero es que yo lo noto. Lo noto. Ya no soy la misma que era antes, soy otra persona, confío en mí y confío en mí por ti. ¡Arrrrrrrrrrrg! Sabes que nunca se me dieron bien las declaraciones de amor, que yo soy de historias tristes que acaban peor de lo que empezaron, que si hablo de amor me salen las ideas de los pies, aleatorias, sin sentido y como si estuvieran mal sintonizadas pero lo estoy intentando, por ti. Es más, estoy haciendo el esfuerzo de mi vida por ti y si tras ésto no queda clarísimo hasta que punto te quiero no sé qué más podré hacer, amor.

Iria.